domingo, 9 de agosto de 2009

Yago, mi perro

(2003-2009)



El primer perro siempre será el mejor, ese fue Yago, Yaguito, el Loco.

El domingo te fui a visitar y recordé muchos de los momentos que pasamos juntos: el día que llegaste (uno de los días más felices de mi vida), tan flaquito y chiquito y resbalándote al menor roce; tus primeros y tibios ladridos; cuando jugábamos y te lanzabas sobre mí o cuando te ponías a correr sin sentido y en círculo en el jardín. También recuerdo aquella gran lengua roja que te hacía parecer más loco de lo que realmente eras (porque si que eras un loco sin remedio, un cachorro permanente).



Vuelvo a Jaén con tristeza, recordándote, siempre lo haré…



Perdóname por las veces que pude haberte fallado. Y te agradezco por haberme alegrado en días que hubieran sido muy pero muy sombríos y deprimentes sin ti, porque si llegaba de malas a la casa siempre te tenía a ti, con tu cara de loco feliz para alegrarme.



Ahora puedo verte corriendo por campos enormes, con frondosos arbustos y árboles que te hacen sombra, rodeado por manantiales de agua cristalina, respirando aire puro con un olor dulce y agradable, haciendo lo que perrunamente quieras hacer junto a muchos otros perros (descubriendo el mundo), viviendo eternamente, pero siempre como loco sin remedio.

Puedo escucharte hablándome, leyendo tus ojos, escuchando tu dulce voz, aquella que mantuviste oculta un buen tiempo (aunque creo haberla podido descifrar en parte), mientras me dices que todo está muy bien.

Adiós y gracias, muchas gracias, Yago.

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